Friday, June 10, 2011

TESTIMONIO


                En este apartado, el coautor del presente informe, al que denominaré Javier- que su modestia le hace quere pasar inadvertido al margen de cualquier protagonismo- , enfermo de parkinson, va a describir de forma somera cual ha sido su experiencia en el momento que intuyó el origen de la patología que padecía, así como las distintas técnicas utilizadas para paliarla y los resultados obtenidos:

                Hace ya varios años, concretamente en las navidades de 2003-2004, cuando por necesidad vital vislumbré cuál podía ser el origen  de mi enfermedad, procedí a realizar diversas pruebas a fin de poder constatar la misma, consistentes en:

                La primera de ellas, consistió en introducirme un hielo en el interior del bulbo de mis cavidades nasales. El resultado de la prueba fue inmediato y espectacular, percibiendo una mejoría en los síntomas negativos de mi enfermedad.

                La segunda, muy similar al anterior, lo que hice fue practicar sobre la zona un inhalador que utilizan los dentistas con fines anestésicos, experimentando una súbita y repentina mejoría.
               
La tercera prueba que efectué, consistió en taponarme ambas fosas nasales durante la noche, procediendo a respirar por la boca mientras dormía. Los resultados fueron muy prometedores, hasta el punto de experimentar una notable mejoría durante la mañana del día siguiente.

Estas prácticas, pese a la obtención de evidentes logros, no tuvieron la continuidad deseable; la primera, por cuanto resulta obvio que no se puede prolongar en el tiempo por sus posibles efectos adversos  que el hielo pudiera producir en el interior de la cavidad nasal;  la segunda, por la incomodidad que supone el tener que respirar por la boca durante un lapsus continuado de tiempo y obtener unos beneficios limitados en el tiempo.


                Con el transcurso del tiempo y, una vez que hemos profundizado en la investigación, constatando que, una vez que se impide el paso de las vomeroferinas a través del orificio que comunica la cavidad nasal con la vomeronasal,  los efectos del parkinson minoran de forma significativa, he vuelto a efectuar con mayor precisión las pruebas anteriormente meritadas y, los resultados no pueden ser más esperanzadores a la par que sorprendentes.

                En una primera fase, he vuelto a taponarme  durante la noche ambos orificios nasales y le he dado cierta continuidad, produciéndose una más que evidente mejoría, sobremanera, en la primera parte de la jornada.

                Como no era suficiente, toda vez que a lo largo del día esa parte quedaba desprotegida y continuaba el flujo descontrolado de vomeroferinas activando mi OVN durante el día,  con los efectos perniciosos que lleva aparejado, he procedido, a modo de sustancia mucosa artificial, a taponarme con un cleenex ambos orificios nasales a lo largo del día, produciéndose una mejoría espectacular con el transcurso de tan sólo 3 horas.

                En su consecuencia y, tras las pruebas-test practicadas, he llegado a la siguiente conclusión:
    
                Mis orificios nasales están permanentemente despejados. Puedo insuflar aire a mis pulmones con toda eficacia, nada lo impide. Sin embargo para mí, la hiperventilación equivale a malestar, a rigidez. Tras décadas de convivencia con mi molesto y pertinaz compañero de viaje, el parkinson, he relacionado directamente mi patología con los sistemas olfatorio principal y secundario.
     
                Es por ello, que considero absolutamente necesario, no proceder a una solución provisional y,  en su caso, limitada en su efecto, sino por una solución definitiva, consistente en proceder a taponar de forma y manera definitiva el orificio que une la cavidad nasal con la vomeronasal, a través de una pequeña placa, implante o similar que, sin dañar la zona afectada, ocluya  permanente la posibilidad de una activación involuntaria del OVN, impidiendo el paso continuo de vomeroferinas. 




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